Una vez más, la PAC se debe adaptar a la coyuntura del momento, marcada en este caso por una Unión Europea, UE, grande, una creciente globalización de los mercados, la preocupante crisis económica, y una agricultura, como siempre, necesitada de normas claras y apoyos públicos que hagan frente a aquello que los mercados no pagan, garantizando la renta y la calidad de vida a nuestros agricultores y ganaderos.
Y una vez más, éstos tienen que volver a adaptarse a lo que de nuevo nos traiga esta reforma, para bien y para mal. Y no se puede negar que la propuesta que ha presentado la Comisión Europea no tenga su miga, con sus luces y sus sombras.
A partir de ahora nos esperan unos meses apasionantes, de negociaciones y acuerdos, por primera vez con la participación activa del Parlamento Europeo.
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